Cuando hablamos de pluralismo a la hora de crear políticas públicas no podemos olvidarnos de las políticas integradoras. Cuando hablamos de integrar queremos meter en nuestra sociedad conceptos culturales, sociales y económicos de manera aislada. Es decir, estos entran en nuestra sociedad y queremos integrarlos, sin embargo, hay una cúpula de cristal que evita que se incluyan.
Es por este hecho que, deberíamos cambiar los conceptos de raíz para, desde abajo, reestructurar aquellas políticas que en un principio creemos que están siendo aceptadas por el conjunto social. Cuando hablo del concepto de inclusión, quiero decir que, debemos eliminar esa cúpula de cristal de la que hablaba para poder conectar así mejor con aquellos fragmentos sociales que pensamos que ya están dentro de la sociedad.
Aquellos elementos sustantivos para generar valor deben partir de dos premisas. Por un lado, promocionar aquellas que ya están funcionando, por pocas que sean. Por otro lado, reforzar aquellas políticas de seguridad que pensemos que están siendo rechazadas.
Sin embargo esto es un hecho que necesita de la complicidad de los altos cargos funcionariales y de aquellos cargos electos involucrados. Es decir, para solucionar el problema es necesario de un elemento voluntarioso que anime a acercarse a la población y que, a través de peticiones y del esfuerzo por comprender de la parte pública y política.
Como ciudadano de a pie, sin ningún cargo ni electo ni funcionarial. Observo cómo la seguridad está totalmente alejada del ciudadano percibiendo un excesivo control en pro de la seguridad en el que, algunas veces no logro discernir entre lo que es seguridad de verdad y lo que es el control per se del estado. Para explicar esto, quiero poner un ejemplo personal. Como ciudadano madrileño, y por la zona en la que vivo una tarde vi pasar por la misma calle a diferentes cuerpos de seguridad. Vi la policía nacional, la policía local, un camión del ejército y la BESCAM, sólo me quedó por ver un coche de la Guardia Civil.
Quiero poner en relieve con este ejemplo que, no por más visualización de la seguridad que el ciudadano puede “tocar” uno está más seguro. No por ver más cámaras de seguridad en el centro de la ciudad de Madrid, uno se siente más seguro.
Recalco con estas impresiones que deberíamos centrarnos más en la inclusión del ciudadano tanto por conocer como participar en la seguridad. Así, las nuevas políticas de inclusión serían centradas en la educación en seguridad enfocadas al ciudadano y también en los cuerpos de seguridad del estado. Es verdad que estos representan al Estado, la comunidad autónoma o cualquier otro tipo de organismo funcional y que, por ende, estos deben diferenciar. Sin embargo, políticas de aproximación a los ciudadanos evitarían crear roces entre el actor público y el actor social.
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